CRÓNICA
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Somos CaPAZes - Educación para la paz
Lecciones de vida
Alrededor de las 9 de la mañana llegamos a la cancha de fútbol del barrio Bosque Calderón Tejada y como ya es costumbre, nos encontramos a Don Manuel para que nos abriera las puertas del salón comunal en donde se realizan las sesiones. Sin embargo está sesión sería completamente diferente. Ese día no se escuchó el ruido del balón de fútbol golpeando las rejas de la cancha que siempre solía oírse minutos antes de empezar el programa. Ese día Don Manuel no se despidió de su hija, sino que por el contrario, entró con nosotras y tomó asiento. A su lado se encontraban algunas caras nuevas para las voluntarias, quienes no pudieron ocultar la emoción y por supuesto la expectativa, porque aquel sábado 6 de junio, se llevó a cabo el primer taller de padres.
Esta fue una sesión muy especial y de hecho una de las más esperadas por las voluntarias. Pamela González, voluntaria del grupo Bosque Calderón, nos relató: ‘‘Estaba muy interesada por el taller de padres porque quería conocer más de cerca los familiares de los niños y saber qué tan comprometidos estaban con el proceso que estamos llevando con ellos’’. Mientras dejaba algunos materiales en una mesa, Pamela me contó a modo de confesión que estaba un poco ansiosa por saber qué iba a pasar con los papás durante el taller, ya que era nuestro primer encuentro. Así que esperando obtener un buen resultado, dimos inicio a la sesión con la mejor actitud.
Fue suficiente con un cruce de palabras amables y un par de sonrisas correspondidas, para entender que los padres habían llegado a la sesión con toda la disposición y el entusiasmo necesarios. Todo el tiempo estuvieron muy activos y atentos a cada uno de los puntos del taller.
Talleres de Padres, Bosque Calderón - Politécnico Grancolombiano
Por supuesto que hubo espacio para todo. En la actividad de 'afirmaciones yo', hubo un silencio bastante prolongado, producto de la concentración con la que los padres la estaban desarrollando. Muchos de ellos descubrieron la importancia de reconocer las emociones y hablar de ellas. Por lo menos así lo expresó un padre que luego nos compartió su experiencia: ‘‘Me gustó mucho esta actividad porque me di cuenta que a veces simplemente actuamos y nos dejamos llevar por la ira. No nos tomamos el tiempo para pensar si en verdad vale la pena discutir’’.
Fueron pasando los minutos en medio de diversión y aprendizaje. Incluso unos minutos antes de finalizar, abrimos un espacio de diálogo, en donde todas las ideas y opiniones fueron escuchadas. Precisamente ese espacio de sana discusión es el que más recuerdo porque el resultado fue bastante positivo y motivante.
Los padres, absolutamente todos, comentaron acerca de la actividad que más les había gustado y lo que más les había llamado la atención de la sesión en general. Recuerdo por ejemplo cuando una mamá, luego de observar detenidamente las lianas del modelo de conflicto, hizo la siguiente reflexión: ‘‘No siempre tenemos días buenos y muchas veces juega un papel importante el tono en el que se dicen las cosas. De pronto uno no está en su mejor momento y si alguien dice algo en un tono que a uno no le gusta entonces ya se presta para que uno conteste mal y se inicie una discusión’’. Al final todos compartimos una experiencia increíble de aprendizaje mutuo, en la que quedó más que claro que gracias al diálogo y a una sana comunicación, los padres pueden aprender importantes lecciones, en donde los maestros pueden ser sus propios hijos.
Por Paola Cabrejo.
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